Con la intención de homenajear a los caídos en Malvinas.
El 2 de abril se cumplirán 40 años de la Guerra de Malvinas, la recuperación transitoria por la fuerza de las Islas Malvinas de parte del gobierno de facto cívico militar que dirigía los destinos de la Argentina en 1982.
Las Malvinas, junto a un gran grupo de islas del Atlántico Sur pertenecientes a la Corona Española, y por consiguiente parte de la soberanía del estado argentino cuando logró su independencia en 1816, habían sido usurpadas por Gran Bretaña en 1833, y a pesar de los constantes reclamos diplomáticos por parte del país latinoamericano durante décadas, fueron fortificadas y explotadas por los británicos haciendo caso omiso a todos los llamados internacionales para negociar la restitución pacifica de esas islas de gran valor por su punto estratégico en el planeta, y por la posibilidad de sustraer los recursos de sus mares adyacentes.
El 2 de Abril de 1982, en medio de una gran crisis socioeconómica, el gobierno militar que regía la Argentina, con el general Leopoldo Galtieri a la cabeza, retomó súbitamente por la fuerza las islas. La respuesta de la administración británica encabezada por Margaret Thatcher no se hizo esperar: su poderosa flota puso rumbo al sur. Pocos días después la sangre de uno y otro bando comenzó a derramarse en las lejanas islas del mar austral.
La contienda por las Islas Malvinas entre Argentina y Gran Bretaña duró 74 días y arrojó cientos de víctimas mortales, además de los consabidos traumas post guerra sufridos por los combatientes sobrevivientes y sus familiares.
Tras la guerra, en las Malvinas fue creado, en el istmo de Darwin, un Cementerio con los 237 caídos en tierra argentinos. La tarea de llevar adelante la recuperación de los cuerpos diseminados en distintos frentes recayó en un joven capitán inglés llegado tras los combates, Geoffrey Cardozo, quien se encargó de inhumar con honores militares y religiosos a los combatientes argentinos, muchos de ellos jóvenes civiles de 18 y 19 años que estaban bajo bandera cumpliendo transitoriamente con el Servicio Militar Obligatorio cuando se desató el conflicto.
A prácticamente la mitad de estos hombres fallecidos, Cardozo no logró identificarlos porque no tenían su medalla militar identificatoria. Pero el oficial inglés decidió entonces salir de protocolo y hacer un completo informe con todos los datos físicos y recolección de pertenencias que pudo de cada cuerpo que inhumó, con la esperanza que ese documento ayudara en el futuro a devolver la identidad a esos hombres, comprendiendo el valor que podía tener para cada madre y padre saber dónde yacía su hijo. Lamentablemente este informe quedó archivado durante décadas y recién en 2008 salió a la luz cuando el exsoldado argentino combatiente en Malvinas Julio Aro contactó casualmente a Cardozo y este le dio una copia de su informe. Con este material de apoyo y mucho tesón, Aro emprendió una titánica tarea que derivó en un hecho humanitario sin antecedentes: la restitución, hasta la fecha, de la identidad de 119 argentinos que durante casi 40 años permanecieron en Darwin como “soldados solo conocidos por Dios”. Restan aún 7 por identificar.
Un bosque que represente el cementerio de Darwin.
Las extraordinarias labores de Geoffrey Cardozo y Julio Aro los llevaron a ser postulados en forma conjunta al Premio Nobel de la Paz durante 3 años consecutivos, e inclusive la Universidad Nacional de Mar del Plata ha presentado una nueva postulación a la Fundación Nobel para este 2022 que está transcurriendo. Otro hecho inédito: un inglés y un argentino, hoy amigos, reciben reconocimientos internacionales por su tarea post guerra.
Para la conmoración de los 40 años de la Guerra de Malvinas, Julio Aro ya comenzó con varias acciones y planea llevar adelante múltiples actividades durante el año junto a la Fundación No me olvides, institución que preside. Entre sus proyectos se encuentra el de crear un bosque en la ciudad que reside, Mar del Plata, con la misma estructura que el Cementerio de Darwin, en las Islas Malvinas. La intención es respetar la diagramación del Cementerio de Darwin, donde yacen los cuerpos de los argentinos caídos durante la Guerra de Malvinas: más de 200 árboles en tres parcelas, cada árbol llevará el nombre de un soldado en la misma posición que en Darwin, y las 7 tumbas que aún permanecen con la leyenda “Soldado Argentino solo conocido por Dios” también tendrán esa frase en el árbol correspondiente. Asimismo, el trazado de este bosque tendrá sus caminos de granza, similares a los de Darwin, para poder recorrerlo.
Estará rodeado de agapanto, una especie perenne, respetando la forma del cementerio. Finalmente, se entronizará una imagen de la Virgen de Lujan, como luce en Darwin.
Un colegio de la ciudad propone un proyecto para que los estudiantes de nivel secundario de esta institución se ocupen de plantar, cuidar y hacer crecer esos árboles, persiguiendo dos objetivos claros: por un lado, impactar en el cuidado del medio ambiente a través de este trabajo de forestación, y por el otro, sostener y reflexionar sobre la memoria reciente de la Argentina, “ya que cada árbol representará a uno de nuestros caídos, pero no desde el dolor, sino desde una mirada de respeto y homenaje permanente porque sus nombres quedaron en la historia dando sus vidas por nuestro país, queremos que simbólicamente continúen dando vida en cada uno de estos árboles”, comenta el veterano de guerra Julio Aro para justificar su idea que ya tuvo excelente recibimiento por parte de autoridades municipales y se han puesto a disposición para buscar el lugar adecuado donde plantar este bosque de la memoria en homenaje a los caídos en Malvinas.
Redacción: Miguel Monforte, SIGNIS Argentina