Una reflexión sobre el papel de la fe cristiana en la cuarta temporada de la serie televisiva más vista en el mundo, en español.
Julio Pernús*
En realidad no pensaba escribir sobre esto, pues en medio de toda la crisis del Coronavirus, detenerse a pensar en series televisivas es casi un privilegio. Pero, por su alta teleaudiencia nacional, vale la pena dedicar al menos unos breves segundos a reflexionar, sobre el papel de la religión en la última temporada de la Casa de Papel, la serie en español más vista, según estadísticas de Netflix, en el mundo.
El núcleo de la serie gira en torno a un profesor (un hombre sumamente inteligente y una banda de criminales (al final son como una especie de Robin Hood modernos), que tratan de robar -o romper, dirían otros- el sistema económico del incontenible capitalismo neoliberal, atacando instituciones medulares de este, como la Casa de la Moneda y el Banco de España. Al final, la serie puede ser vista como un grito de los descartados, según el término que usa el papa Francisco- intentando hacer ver a los ricos, los controladores del pulso de la humanidad y el grupo de Suiza que viven en un mundo que ya no se solidariza tanto con sus doctrinas y exige cambios urgentes.
Las demás temporadas quizás han hablado de Dios o la religión, pero sin hacer tan explícito el discurso, sobre todo, porque hay otros sub-tramas con mayor fuerza en el guion, como temas de género o familia, con sus problemáticas propias. Pero, en esta cuarta temporada, el capítulo 6 ha sido, para mí, increíble; sobre todo cuando Gandía, el jefe de seguridad del Banco de España (un hombre insensible), pide a los integrantes de la banda (integrada por personas de distintos países y que son sus enemigos) cantar una canción que todos se sepan y, para la sorpresa de muchos, resultó ser “Pescador de Hombres”. Se trata de una canción religiosa, compuesta en 1974, por el sacerdote y compositor español Cesáreo Gabaráin, también conocida como Tú has venido a la orilla. El autor la escribió como resultado de su visita a Galilea, y se convirtió rápidamente en una de las preferidas de la Iglesia Católica a nivel mundial. Lo cantamos con frecuencia en nuestras comunidades. Su estribillo: “Señor, me has mirado a los ojos / sonriendo, has dicho mi nombre / en la orilla, he dejado mi barca / junto a ti, buscaré otro mar”, gracias a La Casa de Papel, se escuchó en millones de hogares a la vez, un gesto pequeño que llena de sensibilidad al público receptor.
La serie, propiamente, traía esta vez un objetivo social, ya que estaba programada para salir en las vacaciones y Netflix la adelantó para ayudar a sus usuarios a quedarse en casa. Pero, la alegría de poder ver la interpretación de esa canción cristiana como símbolo de la unidad entre personas de diferentes ideologías, países y creencias religiosas, al menos a mí, me ayudó a comprender con mayor fuerza, el sentido universal de la palabra católico y cómo la fe es un catalizador que, al menos por un instante, nos puede ayudar a atravesar con una mirada más amplia la gran crisis que estamos viviendo.
* Comunicador, miembro de SIGNIS Cuba, y miembro del equipo de trabajo de la publicación semanal Vida Cristiana, hoja dominical que se reparte en las iglesias católicas, la mas antigua de las publicaciones de la iglesia en Cuba.