Historia
Los católicos cubanos realizaban la proyección de películas desde 1914. En 1936, publicaron una guía moral del cine y desarrollaron la crítica cinematográfica con la que promovieron películas de calidad.
Tres años después, la Juventud Católica Cubana fundó la Comisión del Cine, que tenía por objetivo orientar y cuidar el orden moral en los contenidos de las películas. Con el inicio de la relación con OCIC y con la incorporación de jóvenes laicos en 1946, fue creado el Centro Católico de Orientación Cinematográfica CCOC.
Dos años después, el representante de OCIC, André Ruszkowski, al visitar Cuba, predicaba que el cine es un arte y que si una película es artística no puede ser inmoral, pues “todo lo bello es bueno”, en común acuerdo con la más ortodoxa tradición tomista.
Ruszkowski enseñó a los cubanos el proceso de los cine debates y, con su metodología, inauguró el primer Cine Club del Centro Católico en 1952. Otro logro alcanzado fue la publicación de una revista de cine: Cine Guía.
En 1957 OCIC organizó su congreso mundial en La Habana con el tema: “La promoción del buen cine”.
OCIC-Cuba fue también llamada en 1959 a colaborar con el nuevo Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos (ICAIC).
En diciembre de 1984, OCIC participó por primera vez con un jurado internacional católico en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de la Habana.
OCIC respondía así a una invitación oficial del Ministerio de Cultura de Cuba, en la que el director del festival subraya “la contribución importante de esta organización católica internacional en el campo de la cultura cinematográfica”.
Este jurado fue un acontecimiento histórico. Hay que señalar, sin embargo, que en los 25 años que lleva la revolución, el CCOC ha continuado sus actividades (sin sus publicaciones, ni con los cineclubes) pero colaborando con el ICAIC.
La presencia de un jurado católico que, además del presidente de OCIC, Padre Ambros Eichenberger, y de un miembro brasileño, profesor Miguel Pereira, era signo del compromiso cultural de la Iglesia cubana.
Esta presencia abrió nuevas posibilidades de diálogo. Las reacciones fueron sorprendentemente positivas, sobre todo de los profesionales del cine y del festival que ha llegado a ser uno de los principales puntos de encuentro del mundo cinematográfico no sólo para cuba, sino para toda América Latina.
La película Diles que no me maten del venezolano Freddy Siso, obtuvo el premio de OCIC. Siso relata la vida de los campesinos de los Andes, mostrando un universo en el que se entremezclan la magia y la religiosidad con la violencia.
También se otorgó una Mención Especial a la producción del Grupo Chaski, un colectivo peruano, que exhibe en el filme Gregorio, a un grupo de niños que grupo de niños que viven juntos en un tranvía abandonado en la ciudad de Lima. En presencia de Fidel Castro, el documental del argentino Fernando Birri, Remitente Nicaragua. Carta al Mundo recibió también el premio OCIC.
En su película, Birri expresa su fe en los valores sociales, culturales y espirituales de América Latina y lanza una visión de esperanza para el provenir. Actualmente, SIGNIS-Cuba continúa sus actividades con jurados locales como en la Muestra Joven del Cine y con el jurado SIGNIS en el festival de la Habana.