Por Graciela Falabella*
Con la base de un elenco extraordinario de actores que sobresalen en sus diferentes roles, el eximio guionista de Hollywood Aaron Sorkin (“Red Social”, “The Newsroom”, “Steve Jobs”, entre otras) nos sorprende con su segunda película como director, (la primera fue “Apuesta maestra”) narrando hechos ocurridos en los tumultuosos sesentas en los Estados Unidos que pueden asimilarse a la actualidad en distintos países.
La película comienza con imágenes, en blanco y negro de los asesinatos de Martin Luther King Jr. y Robert Kennedy, como muestra de la intolerancia de 1968 y nos sitúa en las protestas ocurridas meses después en Chicago durante la Convención Demócrata.
El pedido de los manifestantes, de un lugar para expresarse fue negado por el alcalde, impidiendo la realización de reuniones, ejerciendo una fuerza policial desmedida frente a los grupos encabezados por Abbie Hoffman (Sacha Baron Cohen) líder del Partido Internacional de la Juventud (Yippies) conjuntamente con Jerry Rubin (Jeremy Strong) y los moderados Students for Democratic Society, liderada por Tom Hayden (Eddie Redmayne) y el solitario pacifista padre de familia, Dave Dellinger (John Carrol Lynch) quienes al año siguiente fueron enjuiciados por conspirar contra la seguridad nacional. También se incluyó en el juicio a Bobby Seale (Yahya Abdul-Mateen II) representante del movimiento “Black Panther”, que no participó de los hechos y durante el ignominioso juicio se le negó representación legal.
Si bien la película trata de reivindicar el pacifismo, lo más importante es el derecho a protestar frente las autoridades, en este caso contra el gobierno de Lyndon Johnson, por el envío incesante de soldados para pelear en Vietnam.
Ubicados rápidamente en el juzgado observamos cómo se desarrolla el juicio, vemos como testigos privilegiados los rostros, las miradas, las mínimas reacciones de los protagonistas, gracias a la lente del director de fotografía, el griego, Phedon Papamichael.
Dentro del elenco multiestelar se destaca Frank Langella, en una de sus grandes interpretaciones como el juez Julius Hoffman, Joseph Gordon-Levitt como el fiscal Richard Schultz, que hace su trabajo, pero que interiormente no cree que los acusados deban ser encarcelados, es más, considera que al llevarlos a juicio los están mostrando como mártires del sistema. Sacha Baron Cohen aporta la dosis de humor irreverente, y también es un personaje complejo que tiene las mejores y más ocurrentes intervenciones, Mark Rylance como el abogado defensor impulsivo y apasionado que será la contraparte del juez Hoffman, un villano de molde y un poco demente.
El director juega con los grises y aunque su posición del derecho de protesta es defendida con vehemencia, también muestra los momentos de flaqueza, sobre todo del personaje de Eddie Redmayne, un Tom Hayden, muy logrado, sin las exageraciones en las que caía últimamente el actor británico, que ante el fragor de los acontecimientos y contra sus convicciones, termina incitando a la violencia a la multitud reunida en los alrededores de la Convención Demócrata. Deja al descubierto ese perfil, pero señala que, durante los episodios de 1968, el propio fiscal general de los Estados Unidos, Ramsey Clark, interpretado por Michael Keaton, prescindió de iniciar acciones legales contra “los 7 de Chicago”, debido a que investigaciones de la Fiscalía permitían constatar que los disturbios habían sido iniciados por las fuerzas policiales.
Los diálogos, a pesar de la notoria erudición, fluyen con naturalidad y no cansan al espectador. Son la especialidad de Sorkin, creador de “The West Wing”, la miniserie sobre el trabajo de los empleados más cercanos del presidente en la Casa Blanca.
Tom Hayden, en su alegato final, un momento de gran tensión dramática, expresa a viva voz los nombres de los cuatro mil setecientos cincuenta y dos soldados estadounidenses que murieron durante la celebración del juicio más político y sin sentido de los anales de la justicia norteamericana.
“Los 7 de Chicago” fueron condenados a cinco años de cárcel, por ese juez corrupto y racista, pero el veredicto fue revocado por el Tribunal de Apelaciones y el nuevo fiscal general se negó a iniciar un nuevo juicio.
Con esta historia que, también es de su autoría Aaron Sorkin muestra que el imperio de la ley es una de las fortalezas del sistema democrático y republicano de gobierno de los Estados Unidos y que para hacer caer a un presidente sólo se necesitan “cuatro años”, es decir una nueva elección, como le hace decir al personaje que interpreta Sacha Baron Cohen.
Tanto la película como su director Aaron Sorkin y Sacha Baron Cohen recibieron nominaciones de la prensa extranjera, Golden Globe Awards, del Sindicato de Actores, SAG Awards y de Asociación de Críticos de Estados Unidos, Critics’ Choice Awards, que suelen ser los que más influyen en las decisiones de los Óscar ya que son miembros de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas.
Sinopsis:
Lo que debía ser una protesta pacífica en la Convención Nacional Demócrata de 1968 se convirtió en un violento enfrentamiento con la policía y la Guardia Nacional. Los organizadores de la protesta fueron acusados de conspirar para incitar disturbios, y el juicio que afrontaron fue uno de los más importantes de la historia.
Ficha técnica:
Guión y Dirección: Aaron Sorkin
Fotografía: Phedon Papamichael
Género: Drama. Historia.
Duración: 2h 9min.
Elenco: Eddie Redmayne. Sacha Baron Cohen. Jeremy Strong. John Carrol Lynch.Yahya Abdul-MateenII. Mark Rylance. Joseph Gordon-Lewitt. Frank Langella. Michael Keaton.
Público adecuado: Adulto. Jóvenes. No erotismo. Violencia mínima.
Calificación técnica: Muy buena.
Recomendación: Para no perderse esta recreación de los años más convulsivos de los Estados Unidos.