SIGNIS Perú promueve retiro de Cine y Espiritualidad
Por José María Rojo*
Agosto, 2022: Ha hecho mucho viento en las arenas del desierto costeño, ha llovido mucho en la sierra y la selva del Perú, desde aquellos finales de la primera década del siglo cuando nos visitara el amigo jesuita mejicano Luis García Orso ¿Para qué? Para inyectarnos la adicción al virus del “cine y espiritualidad”. Y con algunos ¡vaya, sí lo logró!
Comencé muy pronto a desarrollar la metodología del “Retiro de Cine y Espiritualidad”, con distintos grupos y colectivos, sobre todo en mi parroquia de S. José de Nazaret en Villa María del Triunfo, Lima Sur. Y, en la práctica, comprobé que pegaba fácilmente. De manera especial en los jóvenes -más cercanos a la cultura de la luz y el sonido- ¡pero no solo en ellos! Hasta con adultos/as mayores, las historias de la pantalla que penetraban no solo por la mente sino por los sentidos, por el corazón, por el hígado…llegaban fácilmente y muy adentro en los participantes.
Hube de suspenderlo con mi viaje a España, por cinco años, pero el gusanillo quedó ahí. Y no sólo en mi: comprobé a mi vuelta que varios otros de los integrantes de SIGNIS Perú -los comunicadores católicos peruanos o “Lucianitos”-, más y mejores cinéfilos que yo, seguían con la mecha prendida. Con ellos decidí retomar el camino recorrido con el duro y serio contratiempo de la pandemia que impedía reunir a la gente y conseguir locales apropiados abiertos.
Apenas casi superada esa época -con temor y respeto, pero sin miedo- nos hemos lanzado de nuevo. Y eso ha significado algo muy importante: romper la barrera física limeña. Y, recientemente, he tenido dos retiros: el primero en Ica con solo 9 mujeres heterogéneas, muy cercanas y conocidas por mí ¡éxito total! Y acabo de regresar del segundo, en Huanta, Ayacucho, con 15 personas, relativamente jóvenes todas y trabajadores del Centro Loyola de Huamanga.
Dos películas en cada caso –Estación Central, brasileña de Walter Salles, común- y en Ica primero la holandesa “Nunca te vayas sin decir te quiero” (de J. Krabbé) y en Huanta la iraní “El Color del Paraíso” (de M. Majidi) sirvieron para los dos días de retiro. Les sacamos el jugo a las tres y, no cabe duda, provocaron en ambos casos, lo buscado: “una actitud de conversión pastoral permanente”, en palabras del Papa Francisco.
Más aún, sin mencionar la Biblia (una de las películas decididamente musulmana) lograron suscitar el grato y eficaz recuerdo de muchos pasajes bíblicos que nos invitaban al cambio. Y siempre en favor de la vida y la dignidad de TODAS las personas. Dejar al descubierto nuestros mejores sentimientos, provocar la reflexión personal y la oración, debatir y profundizar en grupos, celebrar vitalmente…todo resulta mucho más fácil a partir de las historias plasmadas en la pantalla.
Hay ya otros pedidos diversos en la capital y lo haremos hasta fines de año. Y algo importante: siempre hacemos constar el deseo de que algunos de los participantes asuman pronto la metodología y puedan -el próximo año- dirigir ellos mismos, con una pequeña ayuda, retiros en sus lugares. ¡Tendremos un taller orientado a ello a fines de año!
Viendo los viejos troncos y pencas de las tuneras en Huanta, con “hojas” nuevas, flores y ya algunas tunas en ciernes y crecimiento, pensé: “¿Qué no puede reverdecer ese viejo tronco de los retiros, en la espiritualidad cristiana, gracias a ese genial riego con fertilizante incluido que es el cine?” ¡Apostemos por ello!
* José Mª Rojo G., sacerdote (España) y misionero en Perú desde fines de 1975. Es magister en Comunicación Social por la U. Pontificia Javeriana de Bogotá, y activo comunicador, asociado a SIGNIS Perú. Ha trabajado en pastoral urbana en cuatro distintas regiones del Perú y, actualmente, en Villa María del Triunfo, Lima-Sur.