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Memorias del subdesarrollo

SIGNIS ALC

28 febrero 2020

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Casa Jurados SIGNIS

Cuba en siete filmes (2): Memorias del subdesarrollo

Cuba en siete filmes (2): Memorias del subdesarrollo

Xavier Carbonell*

 

Quien vive en el trópico sabe que un huracán es implacable en su marcha: arrastra con todo. La revolución de 1959 había llegado con las mismas exigencias de un torbellino. Era preciso responder o ser removido, a largo o corto plazo, por una realidad tan entusiasta como conflictiva. En los primeros años del proceso revolucionario se habían definido líneas precisas para la actuación en todos los aspectos de la vida, a cuyo margen era difícil situarse.

 

La educación, la economía, la agricultura, la producción editorial, la opinión política, la historia nacional y —por supuesto— la cultura; había que enunciar las premisas básicas de todas las cosas, como si el mundo y la isla comenzaran nuevamente.

 

Uno de los comandantes rebeldes, Ernesto Guevara, había diagnosticado que el intelectual burgués padecía un «pecado original», a todas luces imperdonable: el no ser revolucionarios. Y su destino era la extinción, en favor del hombre nuevo del comunismo. El trastorno social se traducía, para muchos artistas e intelectuales, en una urgencia por asumir una posición que, en última instancia, era política e ideológica. Eran el dentro y el contra previstos por la ortodoxia.

 

Siete años después del escándalo de PM, una película volvía a reflexionar sobre el papel del intelectual en la sociedad socialista. Su reflexión fue tan honda y sólida, y sus presupuestos estéticos de una calidad tan sobrecogedora, que de inmediato se convertiría en el clásico indiscutible de la filmografía cubana.

 

Hablo de Memorias del subdesarrollo (1968), dirigida por ese gran maestro de nuestro cine que fue Tomás Gutiérrez Alea, Titón, e inspirada en la novela homónima de Edmundo Desnoes.

 

Junto a Fresa y chocolate (1994), codirigida por el mismo Titón, Memorias… figura en los primeros lugares de cualquier antología sobre cine cubano. Con una narrativa de vanguardia —deudora, entre otros lenguajes, del neorrealismo italiano—, el filme trae a escena a Sergio Carmona, un intelectual enfrentado cara a cara con el ciclón revolucionario. Su familia ha dejado el país y él, que inspecciona con su catalejo los acontecimientos de esa ciudad-escenario que es La Habana, se concibe fuera del juego y del sistema.

 

Inteligente, culto, cínico, dueño de un saber que lo evade del subdesarrollo, Sergio se encuentra en plena «cacería» masculina. Pero las mujeres —que marcan distintas secciones de la película— funcionan como espejos; le devuelven su propia historia y sus nostalgias, en un ejercicio de la memoria que, en esencia, es lo que le falta al país subdesarrollado. «En el subdesarrollo», concluye Sergio, «nada tiene continuidad, todo se olvida, la gente no es consecuente. Pero tú recuerdas muchas cosas, recuerdas demasiado. ¿Dónde está tu gente, tu trabajo, tu mujer? No eres nada, nada, estás muerto».

 

Como testigo de la tormenta revolucionaria, Sergio recoge y analiza la efervescencia de esos años, desde la invasión fallida a Bahía de Cochinos hasta la Crisis de los Misiles. En el collage de imágenes históricas, el experimento narrativo y la referencia documental tiene Memorias… sus recursos más efectivos: el filme es la crónica profunda y crítica de la revolución de Fidel Castro.

 

Memorias del subdesarrollo acaba de cumplir cincuenta años. No ha dejado de ser, en todo este tiempo, una navaja contra los burócratas del momento, los que «han institucionalizado la mediocridad y el provincianismo» —apuntaba Titón en sus notas de trabajo— y pretenden estipular «cómo tenemos que hablarle al pueblo, cómo tenemos que vestirnos y cómo tenemos que pelarnos».

 

Lo peor, sin embargo, estaba a punto de llegar. Al igual que Sergio, a la cultura cubana le esperaban todavía una serie de años grises y fatales.

 

Pero a pesar de las guadañas de la censura, los cataclismos de la historia y el trauma del exilo, la década del sesenta fue verdaderamente prodigiosa en el campo editorial y artístico: ya habían visto la luz varios de nuestros clásicos más memorables, a los que ni siquiera el subdesarrollo había podido asfixiar.

 

* Comunicador de SIGNIS-Cuba