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Corpus Christi

SIGNIS ALC

05 enero 2021

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Casa Crítica

Corpus Christi

Corpus Christi

Luis García Orso, S.J.*

En las primeras escenas de la película, un grupo de jóvenes abusa con violencia de un compañero, en una carpintería; enseguida, a estos mismos los vemos en una capilla, listos para asistir a misa. Daniel, el joven protagonista, está presente en ambas situaciones; más aún es el acólito y cantor. El padre capellán les cuestiona sobre el porqué asisten a la misa y si rezar no se ha vuelto algo mecánico. Orar –les dice- es hablar con Dios de todo lo que sientes y lo que te pasa.

En una conversación de ambos, al salir de la misa, nos enteramos que Daniel quiere entrar al seminario pero sus antecedentes penales se lo impiden. Está en una correccional para jóvenes, pero por su buena conducta lo envían ahora a trabajar a un taller de carpintería en un poblado lejano. Al llegar allá, Daniel finge en broma ser un sacerdote recién ordenado, y se lo creen. El cura del lugar le pide que lo supla mientras va a un tratamiento de rehabilitación de su alcoholismo. A partir de ese día, Daniel queda como encargado de la parroquia. ¿Podrá sostener el engaño?

El joven impostor de cura va haciendo y diciendo lo que cree en su corazón, al tiempo que se encuentra con su humana fragilidad y la de los parroquianos. Estos también viven una apariencia de pequeña comunidad católica reunida en la liturgia, mientras el rencor, la agresividad, el odio, la mentira, anida en sus corazones. Un año antes, un feligrés ebrio embistió el carro donde iban seis jóvenes del pueblo, y todos murieron. La comunidad vive triste, enojada, dividida; Daniel hará de buen pastor que acompaña, alimenta, cuida, ayuda a sanar…, confrontando los sentimientos de todos y los propios, para dejar que sólo Dios resplandezca, para ayudar a que sea la compasión lo que se viva en verdad, y que ella traiga la reconciliación  de las familias.  Al final, Daniel quedará desnudo y crucificado junto a Cristo.

El joven director polaco Jan Komasa va  desvelando con delicada sutileza y buena mano los muchos pliegues de la condición humana: sentimientos escondidos, contradicciones, apariencias, motivaciones, nuestra verdad y nuestra mentira, lo que somos y lo que podemos llegar a ser. Todos los personajes aparecen con un tono azul apagado, en claroscuro, mientras la luz resplandece fuera y los colores están en el paisaje y no en ellos. En una nación tan fuertemente católica como Polonia, la película  se atreve a confrontar una religiosidad de apariencias, de mentiras, de creencias sin vida. Esto puede incomodar mucho a los católicos y regocijar a los ateos. Pero el cine auténtico no es un tribunal para juzgar a los demás, sino un espejo para mirarse uno así mismo.  ¿Es Daniel el hombre falso o son otros los falsos? ¿Cuál es nuestra propia verdad? ¿Qué dice Dios de todo? ¿En qué lugar nos encuentra Dios y qué hace para hacernos volver a él y darnos vida?

Corpus Christi ha sido premiada en todos los festivales de cine donde ha estado, y representó a Polonia en los Oscar (donde triunfó Parásitos). Llegó a México a fines del año gracias al Festival de Cine con Valores de Guadalajara. En un tiempo tan extraño como el 2020, la película puede parecer extraña, pero es de lo mejor que el cine nos ha regalado para ayudarnos a ver más al fondo de nuestra realidad y descubrir lo que queremos vivir en verdad.

* Luis García Orso, S.J., sacerdote jesuita, crítico de cine, ex vicepresidente de OCLACC (actualmente SIGNIS ALC), asesor eclesiástico de SIGNIS Mundial

Ciudad de México, enero 4 de 2021