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Película

SIGNIS ALC

03 junio 2019

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Casa Crítica

Corazón borrado

Corazón borrado

Boy Erased es el libro de memorias que Garrad Conley (Arkansas, 1985) publicó el año 2016, diez años después de lo que ahí cuenta: la “terapia de conversión” a que se sometió para ser “curado” de su atracción homosexual. El director y actor australiano Joel Edgerton ha tomado estas memorias para hacerlas en 2018 una película, titulada en México Corazón borrado.

Estamos en Arkansas, parte del llamado Bible Belt (Cinturón bíblico) del sur de Estados Unidos, en que la religión cristiana domina la vida social. Garrad (Jared en el filme) es el hijo único educado en  férreos principios por un  matrimonio  cristiano, donde el padre es un pastor bautista además de vendedor de autos. Lucas Hedges, Nicole Kidman  y Russell Crowe interpretan de forma notable y real esta familia.  A su ingreso en la universidad, el chico es violado por un compañero, y por ello se atreve a confesar a sus padres su inclinación homosexual. El pastor advierte a Jared que así no puede seguir en la familia ni estar bien con Dios, y lo coacciona para internarse en un centro de rehabilitación llamado Love in Action. El programa de varias semanas intensas combina fuerte presión psicológica, fundamentalismo cristiano, severo entrenamiento conductista, privación de la libertad, revisión estricta de todo lo escrito por cada persona, y la elaboración de un genograma familiar para descubrir las perversiones de conducta que fueron heredadas de familiares.

Habiendo tanto material de primera mano en las memorias de Garrad, la película tiene la virtud y la limitación a la vez de centrarse en la experiencia interior que el joven está viviendo, confundido entre sus deseos de ser él mismo, de ser bueno, de agradar a Dios, de hallar la libertad en medio de un grupo opresivo que pretende eliminar su identidad verdadera. La actuación del joven Lucas Hedges sostiene la historia con un tono cercano y auténtico, sin caer en sensiblerías ni exageraciones,  para reflejarnos el tormento de tantos jóvenes que son obligados todavía hoy a seudoterapias de reconversión de sus deseos y de su identidad, con una perversa manipulación  ética y religiosa que produce tantos daños psíquicos y emocionales en adolescentes.   En sus memorias, el propio Garrad disculpa a sus padres: “Ellos nunca supieron lo que sucedía allí hasta que se lo conté, muchos años después… Sí, mis padres cometieron errores horribles que me hubieran costado la vida. Pero no sabían lo que me estaban haciendo», reconoce.

La película tiene un gran potencial testimonial y aleccionador sobre la familia, sobre el ser humano y sobre Dios: Los hijos siempre serán hijos más allá de sus preferencias sexuales o de que no respondan a las expectativas ideales de sus papás. El ser humano es una creación única de Dios, con toda su bondad y belleza, su complejidad y su misterio, que Dios mismo respeta. El Dios de Jesús no es ese juez implacable que juzga, condena y deshace al ser humano, sino el Dios Bondad que ama a su creatura siempre y le abre caminos  para que sea el ser único y diferente llamado a vivir su identidad y su libertad como regalos de Dios.

Luis García Orso, S.J.

México, Junio 2 de 2019